domingo, 24 de agosto de 2008

NO DEJES QUE NADIE NOS ENREDE



Los políticos de la mentira
Por: Julio E. Linares Franco
No hay nada más despreciable en el ser humano, desde el punto de vista ético, que faltar a la palabra empeñada. Peor aún, cuando esa palabra se dio públicamente y con una fuerza de convicción que hasta rayaba en la bravuconada. Frases como, “yo soy tu compañera”, “no dejes que nadie nos enrede” (dicho tres veces), “que se dejen de los bochinchitos por allí”, “yo tengo compromisos contigo y los voy a cumplir”, “soy una mujer de palabra”, “que gane Juan Carlos las próximas elecciones en el 2009”, entre otros gritos de batalla, parecían ser la prueba fehaciente de una mancuerna política que llevaría a sus protagonistas a la alcaldía capitalina (a la una) y a la Presidencia de la República (al otro).Pero todo se derrumbó, el paseo se fregó y la sonrisa del Alcalde se congeló, cuando la compañera, la que cumple sus compromisos, la que es mujer de palabra y que detesta los bochinchitos, decide desenredarse de su candidato para irse por fuera y de frente, en contra de aquél que una vez la abrazaba, la besaba y la arengaba pensando en sus adentros: ¡ahora voy a ganar las primarias sobrao!Pero cambió el escenario. Hay que gastar millones de dólares en propaganda política. Una propaganda donde no hay propuestas de fondo, argumentos objetivos ni razones coherentes. Sólo vemos algunos ciudadanos que tal vez, por una gorra o una camiseta, dicen frente a una cámara que fulana o mengano pueden ser una o un buen presidente de la República. Y encima quienes en algún momento tenemos el tiempo de oír la radio o ver la televisión, debemos aguantarnos esa cantaleta cada cierto tiempo. Y si queremos salir a dar un paseo para despejar la mente, entonces nos encontramos con decenas de vallas que nos enseñan la “cara bonita” o el “rostro distinguido” de uno y de la otra.Algún día sabremos escoger al presidente o presidenta que, sin gastar millones, echar cuentos o faltar a su palabra, y hasta sepamos de qué vive, pueda finalmente llevar al país por el camino de la honestidad, la transparencia, la seguridad y la justicia; que ni la compañera de la palabra empeñada ni el alcalde de la sonrisa congelada, tienen la capacidad de lograr si es que piensan seguir los pasos de su predecesor, como públicamente lo han manifestado.

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